2 may 2012

Una ruta en bici interesante

El diario La Verdad publica una interesante ruta para hacer en bici o andando desde Murcia, o en nuestro caso desde la Ribera de Molina. Aquí os lo dejo: 

Ocho kilómetros en bicicleta de Murcia a Alguazas para conocer una fortaleza gótica en plena huerta


La propuesta es llegar, a golpe de pedal, al corazón de la huerta de Alguazas. La meta, la llamada Torre Vieja, un imponente baluarte defensivo de estilo gótico que desde hace seiscientos años vigila las fértiles tierras que se extienden en la confluencia de los ríos Mula y Segura. Desde la capital murciana son apenas ocho kilómetros (y otros tantos de vuelta), por lo que no se requiere una gran preparación física, aunque si va con niños pequeños lo más probable es que se cansen y deba darse la vuelta antes de lo esperado. Téngalo en cuenta y calcule la resistencia de sus acompañantes antes de ponerse en camino para la excursión.
Para llegar a nuestro destino utilizaremos la vía verde del Noroeste. Lo recomendable es llegar al punto de salida en tranvía (hay que bajarse en la parada del centro social). Podemos subir con nuestras bicicletas, sin tener que pagar más, siempre que los vagones no vayan llenos y no molestemos al resto de pasajeros. En fin de semana no habrá problema porque los convoyes viajan casi vacíos, ya que no hay clase.
Los primeros metros del itinerario ascienden por una suave pendiente. No se desanime. A la altura de la urbanización Agridulce, la vía verde se transforma en una cuesta abajo que nos permitirá cubrir casi la mitad del trayecto prácticamente sin darle a los pedales. El paisaje semiárido del Cabezo del Aire se transforma en fértil huerta cuando llegamos a la Ribera de Molina. Cruzamos Torrealta y en un suspiro nos plantamos en Molina de Segura. A la derecha hay una antigua caseta ferroviaria y a la izquierda queda la Ermita de la Consolación. Cruzamos la calle por un descolorido paso de cebra (ojo con los coches) y seguimos por el camino de tierra, que pasa entre un bloque de pisos de ladrillo blanco y una nave de materiales de construcción. A partir de aquí, la vía verde sigue paralela a la antigua carretera de Madrid. A la derecha, verá el paisaje urbano de Molina, con las antiguas chimeneas de las industrias conserveras y la cúpula de la iglesia de la Asunción. Pero, atención, en este punto nos desviamos. Un poste informativo nos indica que ya hemos recorrido 6,5 kilómetros desde el campus universitario. Dejamos la vía verde, bajamos por la calle que tenemos enfrente y a mano izquierda, a 125 metros, saldremos a la margen izquierda del Segura. Hay que seguir aguas arriba hasta un puente pintado de verde. Si nos detenemos y miramos hacia Molina, veremos cómo entre los edificios sobresale la figura del mirador del castillo, con su llamativa estructura de acero corten.
El viaducto sobre el río marca la frontera entre Molina y Alguazas. Estamos en la puerta de entrada a la pedanía agrícola de El Paraje. Desde este punto, solo hay que seguir los carteles que nos marcan el camino hasta la Torre Vieja. Nos quedan mil metros, pero, eso sí, debdemos compartir la calzada con los coches. Aunque no hay mucho tráfico, extreme la precaución. El paisaje que nos acompaña en nuestro paseo es una huerta de frutales, hortalizas y cítricos todavía perfumados de azahar. Unas cuantas pedaladas más y pasaremos por encima de la acequia mayor; a la izquierda, queda el baluarte medieval. El monumento domina el soto de los Pardos, en la llamada Huerta de Abajo. Data del siglo XIV y es una mole de planta cuadrada, gruesos muros de argamasa y anacrónica techumbre a cuatro aguas. También se le conoce como Torre del Obispo, en recuerdo de los antiguos propietarios, y es un ejemplo claro de lo que se denomina arquitectura de apariencia, en alusión a que la construcción simbolizada (y recordaba) el poder que los señores de la zona ejercían sobre los vasallos. Se levantó para la defensa de esta rica zona productiva y en un cruce de comunicaciones importante, ya que apenas a mil metros el río Mula vierte sus aguas en el Segura. Si le quedan fuerzas, no dude en llegar hasta este balcón natural.
La Torre Vieja abre al público los fines de semana, en horario de mañana y tarde. La entrada es gratuita y en su interior puede verse un pequeño museo etnográfico. La planta superior acoge una sala de exposiciones, además de un mirador desde donde contemplar una vista única de la huerta colindante. Si en la mochila ha traído un tentempié, es el momento de dar buena cuenta de él, bajo los naranjos que ocupan el lateral del torreón. Otra opción es, de regreso a casa por el mismo itinerario, detenerse en el centro social de El Paraje, en el camino de las Escuelas, donde disponen de una sabrosa carta y un amplio patio con columpios para que los niños jueguen a su aire.
Y recobre fuerzas, porque la vuelta a casa se puede hacer dura, ya que de la Ribera a Agridulce son tres kilómetros de subida. Ánimo, y buen viaje.

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