El segundo Vaticano por Pepe Riquelme
La pedanía de Ribera de Molina, en Murcia, es conocida como el segundo Vaticano. Con 2.300 habitantes, tiene más de 100 religiosos.
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Las llamadas del Señor deben sonar más altas y claras en Ribera de Molina. Quien más quien menos ha almidonado sotanas o tocas de monja en el llamado, por muchos, segundo Vaticano, donde uno de cada diez vecinos es religioso ordenado. Los designios del Señor son tan inescrutables que nadie se explica cómo esta pequeña pedanía de Molina de Segura, en Murcia, ha dado más siervos a la Iglesia que la capital de la Región y, posiblemente, que la mayoría de ciudades españolas.
Es extraña la familia que no cuenta con un par de familiares religiosos: "Más o menos salimos a un cura y una monja por familia", dice Maruja, sobrina de Consuelo Martínez, la misionera murciana de Ribera de Molina que estuvo incomunicada en Timor y fue noticia a nivel nacional. Pero es que lo difícil sería no encontrar a un misionero de Ribera de Molina en cualquier lugar del mundo. En la actualidad, hay más de una docena desperdigados entre América Latina y África.
El párroco de la pedanía también achaca el mérito a su predecesor al frente de la iglesia del pueblo, Antonio Valera Caravaca, "quien supo prender la devoción al Sagrado Corazón de Jesús entre los jóvenes". Entre unos y otros, el pequeño pueblo de casas humildes -al que se llega tomando la circunvalación que hay junto al merendero "El Niño", en la entrada de Molina de Segura- se ha consagrado como el mejor yacimiento de la Iglesia Católica.
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