Las bicicletas son también para el otoño y la Región estrena itinerario. Se trata del segundo tramo de la vía verde, entre Murcia y los Baños de Mula (con casi 30 kilómetros), con el que se completa, después de trece años, el corredor ecológico entre la capital murciana y Caravaca de la Cruz. En total, ahora suma 75 kilómetros por el antiguo trazado ferroviario, acondicionado para ciclistas y senderistas, que atraviesa un contraste de paisajes, desde los cultivos hortícolas de la Vega del Segura a un mar de pinos en el Noroeste, pasando por el paisaje lunar que forman los ‘band lands’ (‘tierras malas’) de Campos del Río y Albudeite.
A falta de algunos detalles, el Ministerio de Medio Ambiente ya ha concluido este segundo tramo del itinerario ecoturístico y ahora tramita la cesión de las obras a la Comunidad Autónoma, encargada de su gestión y de la puesta en marcha de las 300 plazas de alojamiento con que cuentan los ocho albergues repartidos desde Alguazas a Caravaca. Aunque sin inauguración oficial, por la proximidad de las elecciones generales, los carteles que prohibían el paso han sido retirados y el corredor recién acabado ya está a disposición de los amantes del ejercicio físico al aire libre. Los primeros kilómetros aparecen como una buena alternativa para una excursión en bici con la familia.
Kilómetro 0, Espinardo. La vía verde del Noroeste arranca junto al aparcamiento que hay frente al centro social del campus universitario de Espinardo, con la comodidad de que es posible llegar hasta allí en el tranvía, ya que podemos subir al convoy con la bicicleta, sin tener que pagar más y siempre que no molestemos al resto de pasajeros. En el punto de partida hay un primer panel con información detalla del tramo: el número de kilómetros, la pendiente y los equipamientos distribuidos a lo largo del camino. La vía verde aprovecha el trazado ferroviario de la línea que unía Murcia y Caravaca. Comenzó a construirse en 1925 y entró en funcionamiento en 1933. La línea se cerró en 1971.
Kilómetro 1,3, Agridulce. El área de descanso habilitada justo en el límite municipal de Murcia y Molina de Segura, en un paraje conocido como Cabezo del Aire, sirve para que los más pequeños recuperen fuerzas porque el camino hasta aquí es cuesta arriba, aunque con una suave pendiente. El itinerario transcurre encajonado entre un falso túnel excavado en el terreno. En este punto, el acceso a la urbanización Agridulce se cruza con el cordel de los Valencianos, una vía pecuaria de 33 kilómetros convertida ahora en sendero ecoturístico que conduce a las pedanías altas de Molina a través de las Lomas de la Polvorista, el Chorrico, Altorreal y Fenazar.
Kilómetro 4,3, Ribera de Molina. Hasta esa pedanía huertana llegamos en un suspiro, casi sin pedalear, porque ahora vamos cuesta abajo. El camino se abre entre una zona de secano, estéril, de colinas peladas. Solo los tarays que crecen en la rambla y algunos algarrobos al borde del camino le dan un toque verde al paisaje. Las paredes de piedra han sido recubiertas con una malla metálica para evitar desprendimientos. En el recorrido nos encontramos con algunas viejas señales ferroviarias, y un túnel (ojo, sin iluminación) conduce a un nuevo mundo, mullido y refrescante, porque acabamos de entrar en la huerta que riega el Segura, vigilada por el espigado campanario de la iglesia del Corazón de Jesús, un templo de 1833 con cristaleras de Hernández Carpe.
Kilómetro 5, Torrealta. En apenas 700 metros cambiamos de pedanía. Pero antes conviene detenerse en un mirador, nada más pasar el apeadero abandonado de la Ribera, para contemplar el vergel que se extiende ante nuestra vista, formado por los cultivos de la campaña de invierno, fundamentalmente, lechuga, coliflor y repollo. El verde en todas sus tonalidades domina este paisaje agrícola, que tiene un efecto calmante. A partir de este punto, el corredor ecológico se estrecha para atravesar un ‘escenario’ formado por las fachadas traseras de las casas y las cañas que crecen al borde del camino, dando una imagen de descuido y falta de limpieza. Preste atención porque la vía verde cruza por dos calles con tráfico.
Kilómetro 7, Molina de Segura. El hedor procedente de una planta depuradora ‘saluda’ a los excursionistas a la entrada a la ciudad. El sendero natural se hace ahora urbano. Tras atravesar un jardín, la vía verde trascurre paralela a la antigua carretera de Madrid, arropada por los humos y el ruido del tráfico. De camino a la antigua estación de tren de Molina, nuestro punto de destino, al otro lado de la calzada se distingue la figura de la ‘Dama de Molina’, obra de Manolo Valdés, la cúpula de la iglesia parroquial y las chimeneas que recuerdan el pasado conservero de esta población. En el apeadero ferroviario se ha habilitado otra área de descanso con bancos y mesas de madera. Coja fuerzas, porque la vuelta se hace cuesta arriba.
Fuente: La Verdad
Las bicicletas son también para el otoño y la Región estrena itinerario. Se trata del segundo tramo de la vía verde, entre Murcia y los Baños de Mula (con casi 30 kilómetros), con el que se completa, después de trece años, el corredor ecológico entre la capital murciana y Caravaca de la Cruz. En total, ahora suma 75 kilómetros por el antiguo trazado ferroviario, acondicionado para ciclistas y senderistas, que atraviesa un contraste de paisajes, desde los cultivos hortícolas de la Vega del Segura a un mar de pinos en el Noroeste, pasando por el paisaje lunar que forman los ‘band lands’ (‘tierras malas’) de Campos del Río y Albudeite.
A falta de algunos detalles, el Ministerio de Medio Ambiente ya ha concluido este segundo tramo del itinerario ecoturístico y ahora tramita la cesión de las obras a la Comunidad Autónoma, encargada de su gestión y de la puesta en marcha de las 300 plazas de alojamiento con que cuentan los ocho albergues repartidos desde Alguazas a Caravaca. Aunque sin inauguración oficial, por la proximidad de las elecciones generales, los carteles que prohibían el paso han sido retirados y el corredor recién acabado ya está a disposición de los amantes del ejercicio físico al aire libre. Los primeros kilómetros aparecen como una buena alternativa para una excursión en bici con la familia.
Kilómetro 0, Espinardo. La vía verde del Noroeste arranca junto al aparcamiento que hay frente al centro social del campus universitario de Espinardo, con la comodidad de que es posible llegar hasta allí en el tranvía, ya que podemos subir al convoy con la bicicleta, sin tener que pagar más y siempre que no molestemos al resto de pasajeros. En el punto de partida hay un primer panel con información detalla del tramo: el número de kilómetros, la pendiente y los equipamientos distribuidos a lo largo del camino. La vía verde aprovecha el trazado ferroviario de la línea que unía Murcia y Caravaca. Comenzó a construirse en 1925 y entró en funcionamiento en 1933. La línea se cerró en 1971.
Kilómetro 1,3, Agridulce. El área de descanso habilitada justo en el límite municipal de Murcia y Molina de Segura, en un paraje conocido como Cabezo del Aire, sirve para que los más pequeños recuperen fuerzas porque el camino hasta aquí es cuesta arriba, aunque con una suave pendiente. El itinerario transcurre encajonado entre un falso túnel excavado en el terreno. En este punto, el acceso a la urbanización Agridulce se cruza con el cordel de los Valencianos, una vía pecuaria de 33 kilómetros convertida ahora en sendero ecoturístico que conduce a las pedanías altas de Molina a través de las Lomas de la Polvorista, el Chorrico, Altorreal y Fenazar.
Kilómetro 4,3, Ribera de Molina. Hasta esa pedanía huertana llegamos en un suspiro, casi sin pedalear, porque ahora vamos cuesta abajo. El camino se abre entre una zona de secano, estéril, de colinas peladas. Solo los tarays que crecen en la rambla y algunos algarrobos al borde del camino le dan un toque verde al paisaje. Las paredes de piedra han sido recubiertas con una malla metálica para evitar desprendimientos. En el recorrido nos encontramos con algunas viejas señales ferroviarias, y un túnel (ojo, sin iluminación) conduce a un nuevo mundo, mullido y refrescante, porque acabamos de entrar en la huerta que riega el Segura, vigilada por el espigado campanario de la iglesia del Corazón de Jesús, un templo de 1833 con cristaleras de Hernández Carpe.
Kilómetro 5, Torrealta. En apenas 700 metros cambiamos de pedanía. Pero antes conviene detenerse en un mirador, nada más pasar el apeadero abandonado de la Ribera, para contemplar el vergel que se extiende ante nuestra vista, formado por los cultivos de la campaña de invierno, fundamentalmente, lechuga, coliflor y repollo. El verde en todas sus tonalidades domina este paisaje agrícola, que tiene un efecto calmante. A partir de este punto, el corredor ecológico se estrecha para atravesar un ‘escenario’ formado por las fachadas traseras de las casas y las cañas que crecen al borde del camino, dando una imagen de descuido y falta de limpieza. Preste atención porque la vía verde cruza por dos calles con tráfico.
Kilómetro 7, Molina de Segura. El hedor procedente de una planta depuradora ‘saluda’ a los excursionistas a la entrada a la ciudad. El sendero natural se hace ahora urbano. Tras atravesar un jardín, la vía verde trascurre paralela a la antigua carretera de Madrid, arropada por los humos y el ruido del tráfico. De camino a la antigua estación de tren de Molina, nuestro punto de destino, al otro lado de la calzada se distingue la figura de la ‘Dama de Molina’, obra de Manolo Valdés, la cúpula de la iglesia parroquial y las chimeneas que recuerdan el pasado conservero de esta población. En el apeadero ferroviario se ha habilitado otra área de descanso con bancos y mesas de madera. Coja fuerzas, porque la vuelta se hace cuesta arriba.
Fuente: La Verdad
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